Historia
de un Teatro grande, hoy en decadencia
Informe
III de Almas en el Arte
Reproducimos
la reseña de Catacultural
El
25 de mayo de 1908: en Argentina se inaugura el Teatro Colón en
Buenos Aires con la representación de la ópera Aída de Giuseppe
Verdi | Catacultural
Catacultural
maig – 25 – 2014El
25 de mayo de 1908: en Argentina se inaugura el Teatro Colón en
Buenos Aires con la representación de la ópera Aída de Giuseppe
Verdi
El
Teatro Colón pertenece a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su
creación fue una iniciativa del Intendente Torcuato de Alvear en
1886. Tres años más tarde se realizó una licitación pública para
su construcción, en la que triunfó la propuesta del músico y
empresario de ópera italiano residente en Argentina, Angelo Ferrari
(1835-1897), quien acompañó su oferta con un proyecto del
arquitecto e ingeniero italiano Francesco Tamburini (1846-1890). El
lugar original para construir el teatro era una manzana en el cruce
de las avenidas Rivadavia y Entre Ríos pero, como ésta se destinó
finalmente al futuro Palacio del Congreso Nacional, se compró la
manzana que ocupaba la Estación del Parque del Ferrocarril del
Oeste, frente a la actual Plaza Lavalle.
Las
obras comenzaron, a cargo de la empresa constructora de los italianos
Ítalo Armellini y Francisco Pellizzari. En 1890, cuando la
construcción apenas llegaba al primer nivel, falleció Tamburini,
por lo que se hizo cargo de la continuación su colaborador, el
arquitecto italiano Vittorio Meano (1860-1904), formado en Turín. En
1892 Meano introdujo cambios notables en el proyecto y continuó
dirigiendo la obra, de lenta ejecución, hasta su asesinato en 1904.
Asumió entonces la dirección su discípulo belga Jules Dormal
(1846-1924), a quien se deben las terminaciones interiores de
refinada calidad y rica ornamentación.
Los
sucesivos arquitectos conciliaron en su diseño estilos tan disímiles
como el ático-griego, que predomina en el exterior y, en palabras de
Meano, “los caracteres generales del Renacimiento italiano, la
buena distribución y la solidez propias de la arquitectura alemana,
y la gracia, variedad y bizarría de ornamentación asociadas a la
arquitectura francesa”, hasta conformar un admirable ejemplo del
estilo ecléctico del siglo XIX. Si bien el proyecto original de
Tamburini era claramente Segundo Imperio, muy influido por la Ópera
Garnier, Meano lo cambió al estilo italianizante y Dormal le dio
detalles art nouveau.
Luego
de casi veinte años de construcción, el edificio fue finalmente
inaugurado el 25 de mayo de 1908 con una puesta de Aída, de Verdi,
con Lucia Crestani y Amedeo Bassi en los papeles principales. Sin
embargo, se siguió trabajando en detalles y en los interiores hasta
después de 1910.
En
rigor, la importancia urbana del Colón excede el marco de una sala
de espectáculos para figurar, junto con el Palacio del Congreso y la
Casa Rosada, entre los edificios históricos más representativos de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El
edificio
Sala
principal.
El
edificio ocupa 8200 metros cuadrados –con una superficie total de
58.000 m²– en el predio delimitado por las calles Tucumán,
Libertad, el pasaje Arturo Toscanini y la calle Cerrito (Av. 9 de
Julio), desde donde se contempla una excelente perspectiva del
teatro.
La
sala principal -una de las mayores del mundo- tiene 32 metros de
diámetro, 75 de profundidad y 28 de altura en un entorno de estilo
ecléctico, que combina el neorrenacentismo italiano y el barroco
francés, con una rica decoración en dorado y escarlata. Dividida en
siete niveles, tiene capacidad para 2487 espectadores sentados y
alcanza los 3000 si se incluyen los parados. El escenario tiene 35
metros de profundidad por 34 de ancho y la boca de escena es una de
las más grandes en los teatros con forma de herradura a la italiana.
La
cúpula original de Marcel Jambon donde también colaboró el pintor
argentino Casimiro Mella, se dañó con filtraciones de humedad
después de un baile de carnaval en los años 30 y fue pintada
nuevamente en 1966 por Raúl Soldi. El diseño con motivos musicales
rodea la araña central, de 7 metros de diámetro con 700 bombitas
eléctricas.
Rodean
la sala el gran hall de entrada (‘Foyer’), el Salón Dorado, el
Salón de los Bustos, el Salón Blanco y el Museo que alberga los
trajes utilizados por algunas de las figuras que pasaron por el
teatro.
El
Instituto Superior de Arte, la biblioteca, el Centro de
Experimentación Musical y los talleres conforman dependencias
extraordinarias que diferencian al Teatro Colón de otros teatros del
mundo ya que la mayoría de los telones, elementos escenográficos,
vestuario y todo lo necesario para una puesta en escena completa se
construyen en el mismo edificio. Tanto el instituto como los talleres
y los cuerpos estables de coro, orquesta y ballet son un semillero de
talentos que han dado prueba de la capacidad profesional y artística
de sus egresados y empleados.
La
entrada
La
entrada principal se encuentra sobre la calle Libertad, bajo una
marquesina de hierro forjado, y conduce a un gran foyer adornado por
columnas con basamento de mármol rojo de Verona, recubiertas de
estuco para imitar el mármol botticino y con aplicaciones de estuco
dorado.
El
hall, de 14 metros por 28, está coronado por un luminoso vitral en
forma de cúpula a 25 m del suelo, realizado por la casa Gaudin de
París. El piso, con diseño de guardas y motivos decorativos, está
cubierto por teselas de gres de forma irregular.
La
escalinata de entrada, construida en mármol de Carrara, está
flanqueda por dos cabezas de león talladas en piezas únicas.
Mármoles amarillos y rosados de Siena y Portugal dan distintos
matices de color y textura a la balaustrada. Sucesivas escalinatas,
enmarcadas en vitrales de Gaudin, llevan a los niveles superiores.
La
sala
Interior
del escenario.
Está
construida con curva “a la italiana”, en forma de herradura algo
alargada, tiene 75 metros de largo total, con 38 metros desde el
fondo de la platea hasta el telón. La sala reúne las
características ideales de la resonancia italiana y la claridad
francesa, un elemento imponderable y único que ha convertido al
Teatro Colón en el favorito de muchos artistas.
Un
gran “plafonnier” de bronce en semiesfera ilumina la sala con 700
lámparas. Un centenar de apliques de bronce con tulipas de diseños
variados y numerosas cajas con luz indirecta, sumados al rojizo y
fresa de la tapicería y al oro pálido y marfil antiguo de los
elementos de decoración, otorgan a la sala un tinte cálido y
acogedor.
La
platea está formada por 632 butacas de hierro forjado y madera,
tapizadas en pana y dispuestas en veintidós filas, divididas en dos
por un corredor central. La amplitud del teatro permite el paso
cómodo de espectadores entre las filas, sin molestar al público ya
sentado.
Desde
las entradas laterales hasta el escenario hay, a derecha e izquierda,
sendas filas de cinco palcos “baignoire” o “grillés”,
construidos bajo el nivel de la platea y cerrados por una reja
removible de bronce. Utilizados originalmente por el sector del
público que guardaba luto o no quería ser visto, esos recintos -que
el arquitecto Meano llamaba “palquitos con reja”- albergan hoy
cabinas de grabación de audio y video, así como de retransmisión
de los espectáculos por radio o televisión. Estas grabaciones
forman parte del archivo del Colón, que contiene buena parte de la
memoria viva del teatro, y están ahora disponibles para los
melómanos del mundo.
Desde
la platea se elevan tres niveles de palcos: bajos, balcón y altos.
Construidos a la francesa, abiertos y con divisiones bajas, una
cortina de brocato de seda color rosa viejo los separa de su
antepalco, amueblado con banquetas, espejos y percheros. Los pisos
superiores reciben los nombres de cazuela (con espacio de pie
tradicionalmente destinado a las damas), tertulia (con espacio de pie
para caballeros), galería y paraíso. A las localidades con asiento
se suman más de mil quinientos lugares para espectadores de pie,
distribuidos en esos cuatro niveles.
Cúpula
La
cúpula del teatro Colón.
A 28
metros de altura, la sala está coronada por la cúpula realizada en
1966 por el gran pintor Argentino Raúl Soldi. En sus palabras:
«[…]He
querido hacer de la cúpula un espejo, una memoria de colores que
evoque la magia de este teatro. Al poner las manos en el proyecto,
pensé fijar en el techo todo lo que acontece y aconteció en el
escenario. De este modo surgió la idea de esa ronda en espiral
invadida por cincuenta y una figuras, incluyendo los duendes del
Teatro, que logré rescatar escondidos en cada rincón del mismo[…]».
Los
personajes que habitan la obra ilustraron también el ballet que,
sobre las arias y danzas antiguas de Ottorino Respighi, se representó
en la sala el día de la inauguración de la nueva pintura de la
cúpula, el 25 de mayo de 1966.
Salón
y Foyers
El
tradicional paseo durante los intervalos permite la visita a los
grandes salones del Colón. El Foyerde los Bustos, decorado con
bustos de compositores realizados por Luis Trinchero y con el
importante grupo escultórico llamado “El secreto”, de Eberlein,
comunica con el Salón Blanco. De estilo Renacimiento francés, se
trata del antepalco de la platea balcón en funciones oficiales y se
utiliza frecuentemente para reuniones formales, conferencias y
agasajos. Dos grandes galerías, coronadas por vitrales, ofrecen una
vista amplísima del hall de entrada y conducen de la Galería de los
Bustos al Salón Dorado.
El
Salón Dorado es de inspiración francesa, reminiscente del Grand
Foyer de la Ópera de París. El dorado a la hoja de su decoración,
las columnas talladas, las arañas, los vitrales de Gaudin con
imágenes de Homero y Safo y el refinadísimo mobiliario son
reflejados por una sucesión de espejos que potencia su fastuosidad.
Convertido ya en una sala con vida propia, el Salón Dorado es centro
permanente de conciertos de música de cámara, conferencias y
exposiciones paralelas a la actividad de la sala, con entrada libre y
gratuita.
Historia
El
primer Teatro Colón se inauguró el 24 de abril de 1857 en el predio
que hoy ocupa el Banco de la Nación Argentina, frente a la Plaza de
Mayo. Son las instituciones y su gente, más allá de los edificios
que los albergan y de sus inevitables influencias, las que cuentan
para la historia. Un siglo y medio de tradición operística es la
que tiene a su haber el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y esto
no es poco pues las condiciones políticas y económicas cambian, y
esto va jalonando ese gran derrotero histórico con períodos que
ostentan rasgos singulares.
Aquel
viejo Colón estaba llamado a apagarse un 13 de septiembre de 1888
para dar paso a un emprendimiento estatal de mayor calibre, que
desembocó, veinte años después, en el actual edificio de la calle
Libertad. En el intervalo, la crisis de 1890 y sus coletazos
impidieron la inauguración de la nueva sala para el 12 de octubre de
1892, a 400 exactos años del descubrimiento de América.
En los
veinte años durante los que el Colón no tuvo vida, el Teatro de la
Ópera, ubicado en el mismo solar que el actual de la avenida
Corrientes, fue amo y señor de las temporadas porteñas. Claro que
lo alimentaba el mercado creciente de la inmigración, reflejado en
una competencia intensa por parte del Politeama, el Odeón, el Teatro
Comedia, el Teatro Marconi y el Avenida, a los que se sumaría en
1907 el Coliseo, sin perjuicio de salas menores como la de Mayo o la
Zarzuela.
El
segundo Teatro Colón nace como un proyecto mixto que incluía a un
empresario italiano (Ángelo Ferrari), a las autoridades municipales
(que también formaban parte de la élite) y a un grupo de familias
que habían comprado prácticamente de por vida abonos para los
palcos más caros y prestigiosos. Sin embargo, los costos y tiempos
de la obra hicieron que ese aporte no alcanzara a cubrir el 15% de la
construcción y la municipalidad se transformó entonces en una pieza
clave. En consecuencia, la influencia del empresario privado decayó
y un comité nombrado por la municipalidad empezó a tomar decisiones
artísticas referentes a las asignaciones presupuestarias, a las
contrataciones y al repertorio, para finalmente reorganizar la
estructura de las temporadas. En 1906 se publicó un decreto
municipal de gran importancia por el que se le confirió al gobierno
de la ciudad el poder de distribuir y asignar localidades, y
quitárselas al empresario y a la élite. Las entradas tenían que
pasar por una oficina municipal donde se las marcaba y numeraba antes
de que salieran a la venta. Ninguna entrada podía ser vendida sin
ese sello municipal o fuera de la boletería del teatro.7
El
nuevo Colón nació el 25 de mayo de 1908, como “un teatro más”,
si se piensa que el Opera ofreció ese mismo año 14 óperas en 54
funciones, con elencos superiores a los improvisados del que entonces
aún no era el primer coliseo. La nueva sala estatal, concebida como
un teatro de concesiones bajo la supervisión de una comisión
municipal, nació a destiempo, en un mercado donde se derrumbaba la
mayoría de las salas hasta hacía poco exitosas.
Así,
el primer reto para el Colón fue sobrevivir en un mundo que había
cambiado las reglas, pero el es el Estado el que lo salva. Es decir,
en 1925 abre una nueva etapa al crear cuerpos artísticos como la
Orquesta, el Coro y el Ballet, ante la imposibilidad de contar
siempre con elencos extranjeros completos. Sin embargo, la paradoja
no tarda en aparecer: entre 1925 y 1930 se volverá a un régimen de
concesiones para la temporada principal o de invierno, mientras la
municipalidad se hará cargo de una breve temporada de primavera.
.
Recién
en 1931 se plasmaría la municipalización que, hasta entrada la
Segunda Guerra Mundial, logró una de las etapas más estables y
fructíferas del teatro, que comienza a casi reinar solo en el
mercado al que se dirige.
Los
elencos internacionales eran cada vez más complicados de contratar
por la guerra, lo que arrojó resultados disímiles según los casos.
Para el Colón, fue el incremento de artistas nacionales que, al
provenir de diversos orígenes, eliminaron distorsiones propias de la
tradición italiana, que imponía esa lengua para todo tipo de
óperas, costumbre que en el Coro tardó mucho en erradicarse.
Por
entonces, las agendas y los cachets de los cantantes internacionales
no eran tan exigentes como los actuales. Los directores artísticos
viajaban a Europa o Estados Unidos para comprometer a los artistas,
que sólo se contrataban formalmente dos o tres meses antes y con el
presupuesto aprobado; costumbre que las circunstancias actuales hacen
económica y prácticamente inviable.
Función
de Gala en 1935.
En 1961 se estableció por ordenanza un nuevo
esquema funcional, que persistiría hasta la década de 1990 que
consistía de un equipo integrado por director general, artístico,
técnico y administrativo.
Apareció
así una pendularidad en la historia del Colón que es propia de la
historia del país: un nacimiento en crisis (1908-1930), con la
creación intermedia de épocas estables (1925), una primera época
de oro con la Municipalización (1931-1943), una segunda crisis
(1943-1960) y una nueva época dorada, que se iría agotando
gradualmente hasta finalizar la década de 1980. Cabe destacar que en
1957, cuando el teatro se aprestaba a celebrar cincuenta años de
inaugurado, un sacudón institucional provocó la suspensión de la
temporada (que comenzó en septiembre de ese año), hecho que
determinó la necesaria reorganización posterior.
En
1968 se proyectó la ampliación del Colón, que se construiría bajo
tierra y a un costado del antiguo edificio, evitando así modificar
su valiosa arquitectura. El diseño estuvo a cargo del estudio Mario
Roberto Álvarez y Asociados, y fue pensado para concretarse
aprovechando el tiempo de seis recesos consecutivos de temporada. La
obra significó la refacción y reequipamiento de la sala, del
escenario, de los camarines y de los talleres y la construcción del
anexo subterráneo bajo la plazoleta República del Vaticano (que fue
transformada en un estacionamiento), adonde funcionarían más
talleres, depósitos y salas de ensayo.
El
Colón sobrevivió a los sacudones de 1973 y se mantuvo como un
teatro internacional hasta mediados de la década de 1980, que
concluyó en 1988 con el cierre parcial del Teatro, sustentado en la
necesidad de reformas técnicas, pero también alentado por una
sociedad que padecía una arrasadora hiperinflación.[cita requerida]
Para
ese entonces, aún no se advertían con claridad los cambios que en
el mundo padecerían las instituciones dedicadas al arte lírico. El
Estado tendería a resignar su responsabilidad en el sustento de
grandes burocracias teatrales; tendería, como en el caso del
Metropolitan, a la búsqueda incesante de patrocinios; los cantantes
aumentarían sus retribuciones hasta límites impensados (hoy un
comprimario cobra más que una primera figura en los 70), y las
agendas harían imposible sostener un teatro con elencos
internacionales que no contratare por lo menos con tres años de
anticipación.
Miscelánea
Reapertura
del teatro.
Su estatus artístico está arraigado de tal forma en
el imaginario colectivo argentino que se saluda al grito de “¡Al
Colón!” a los triunfadores de las más diversas expresiones
culturales o a quienes alcanzan logros personales.
La
mística que rodea al teatro ha inspirado obras literarias como El
gran teatro de Manuel Mujica Láinez, basado en la representación de
la ópera Parsifal en 1942 con Lauritz Melchior.
En
noviembre de 1989 fue declarado Monumento Histórico Nacional.
En
2011, el sociólogo Claudio Benzecry publicó «El fanático de la
ópera: etnografía de una obsesión», una investigación sobre el
público asiduo del Teatro Colón, demostrando que contra el
estereotipo que prejuzgaba como miembros de la aristocracia a los
usuales visitantes del Colón, el público de melómanos y fanáticos
de la ópera que concurría asiduamente al teatro era de toda clase
de nivel socioeconómico.8
Artistas
que actuaron en el Colón
En el
Colón dirigieron y estrenaron sus propias composiciones músicos
como Martin Casafu, Camille Saint-Saens, Ígor Stravinski, Pietro
Mascagni, Paul Hindemith, Ildebrando Pizzetti, Arthur Honegger,
Ottorino Respighi, Manuel de Falla, Henri Rabaud, Krzysztof
Penderecki, Aaron Copland, Gian Carlo Menotti y los argentinos Héctor
Panizza, Juan José Castro, Mauricio Kagel, Gerardo Gandini y Pompeyo
Camps, entre otros.9
Entre
los directores de orquesta se encuentran Arturo Toscanini, Erich
Kleiber, Fritz Busch, Ernest Ansermet, Wilhelm Furtwängler, Victor
de Sabata, Igor Markevitch, Eugene Ormandi, Herbert von Karajan,
Tulio Serafi, Leonard Bernstein, Mstislav Rostropovich, Karl Böhm,
Fernando Previtali, Lorin Maazel, Bernard Haitink, Zubin Mehta,
Riccardo Muti, Kurt Masur, Michel Corboz, Helmuth Rilling, Riccardo
Chailly, Sir Simon Rattle, Claudio Abbado, René Jacobs, Ricardo
Muti, Charles Dutoit, Ferdinand Leitner, Franz Paul- Decker, Leopold
Hager, Stefan Lano, Stefano Ranzani, Maurizio Benini, Renato Palumbo,
Gustavo Dudamel, Maris Jansson y los argentinos Daniel Barenboim,
Gabriel Garrido y Miguel Ángel Veltri, entre otros.
Varios
solistas instrumentales se han presentado en el teatro, entre ellos
Arturo Rubinstein, Alexander Brailowsky, Walter Giesseking, Nikita
Magaloff, Hans Richter-Haaser,Yehudi Menuhim, Claudio Arrau, Alfred
Brendel, Paco De Lucía, Nelson Freire, Alicia De La Rocha, Friedrich
Gulda, Gidon Kremer, David Oistrakh, Manuel Rego, Narciso Yepes,
Itzhak Perlman, Midori, Yo-Yo Ma, Pinchas Zukerman, Mstislav
Rostropovich, Ralph Votapek, Misha Maiski, Ivo Pogorelich, Joshua
Bell, Maxim Vegerov, Arcadi Volodos y los argentino Martha Argerich,
Bruno Gelber, Sol Gabetta, Alberto Lysy, Antonio De Raco y Daniel
Barenboim entre muchos otros.
También
se han presentado 10 Enrico Caruso, Amedeo Bassi, Feodor Chaliapin,
Antonio Paoli, Aureliano Pertile, Claudia Muzio, Rosa Raisa, Rosina
Storchio, Marcel Journet, Bidu Sayão, Titta Ruffo, Kirsten Flagstad,
Tito Schipa, Lily Pons, Miguel Fleta, Alexander Kipnis, María
Barrientos, Ninon Vallin, Giuseppe Deluca, Giacomo Lauri-Volpi,
Salvatore Baccaloni, Antonio Vela, Georges Thill, Zinka Milanov,
Beniamino Gigli, Lina Bruna Rasa, Victor Damiani, Tiana Lemnitz,
Anton Dermota, Maria Caniglia, Gabriella Besanzoni, Jarmila Novotna,
Lauritz Melchior, Helen Traubel, Ferruccio Tagliavini, Fedora
Barbieri, Ezio Pinza, Astrid Varnay, Rose Bampton, Set Svanholm,
Rayén Quitral, Renata Tebaldi, Ebe Stignani, Nicola Rossi-Lemeni,
Leonard Warren, Inge Borkh, Giuseppe Taddei, Jane Bathori, Marcelo
Medina, Maria Callas, Mateo Blanco, Martha Mödl, Victoria de los
Ángeles, Ramón Vinay, Pilar Lorengar, Mario del Mónaco, Birgit
Nilsson, Hans Hotter, Gwyneth Jones, Fritz Wunderlich, Gianni
Raimondi, Elisabeth Grümmer, Amy Shuard, Ingrid Bjoner, Nicolai
Ghiaurov, Luis Alva, Geraint Evans, Cornell MacNeil, Oralia
Dominguez, Carlo Cossutta, Leyla Gencer, Nicolai Gedda, Elisabeth
Schwarzkopf, Régine Crespin, Anna Moffo, Joan Sutherland, Carlo
Bergonzi, Piero Cappuccilli, Jerome Hines, Maureen Forrester, Regina
Resnik, Leontyne Price, Jon Vickers, Rita Streich, Denise Duval,
Peter Pears, Plácido Domingo, Christa Ludwig, Walter Berry, Renata
Scotto, Sena Jurinac, Richard Tucker, Teresa Berganza, Alfredo Kraus,
Montserrat Caballé, Fiorenza Cossotto, Cristina Deutekom, James
King, Eva Marton, Luciano Pavarotti, Mirella Freni, Martina Arroyo,
Yevgeny Nesterenko, Elena Suliotis, Renato Bruson, Gabriela
Beňačková, Jess Thomas, Irina Arkhipova, Beverly Sills, Thomas
Stewart, Evelyn Lear, James McCracken, Hermann Prey, Grace Bumbry,
Marilyn Horne, Sherrill Milnes, Jaume Aragall, Gundula Janowitz, José
Carreras, Elena Obraztsova, Frederica von Stade, Joyce DiDonato,
Lucia Popp, José van Dam,Kurt Rydl, Karita Mattila, Kurt Moll,
Siegfried Jerusalem, Jessye Norman, James Morris, Renée Fleming,
Ramón Vargas, María Bayo, Alain Fondary, Hildegard Behrens, Leonie
Rysanek, Ferruccio Furlanetto, June Anderson, Leo Nucci, Kathleen
Battle, Anne Evans, Samuel Ramey, Diana Montague, Robert Hale,
Deborah Voigt, Ben Heppner, Cecilia Bartoli, Sumi Jo, Waltraud Meier,
Dmitri Hvorostovsky, Maria Guleghina, Angela Gheorghiu, Thomas Allen,
Jennifer Larmore, Maria Chiara, Cristina Gallardo-Domâs, Erwin
Schrott, Roberto Alagna, Angelika Kirchschlager, Vesselina Kasarova,
Markus Werba, Linda Watson, Carmen Giannattasio, Carlos Alvarez,
Maija Kovalevska, Juan Diego Florez, Jose Bros, Ramón Vargas y
otras.
A esta
lista se suman cantantes argentinos de trascendencia internacional
como Hina Spani, Isabel Marengo, Pedro Mirassou, Felipe Romito,
Helena Arizmendi, Carlos Guichandut, Clara Oyuela, Sofía Bandín,
Delia Rigal, Gian Piero Mastromei, Ángel Mattiello, Renato Cesari,
Margarita Zimmermann, Victor de Narké, Renato Sassola, Luis Lima,
Adelaida Negri, Ricardo Yost, Alicia Nafé, Ricardo Cassinelli, Ana
María González, José Cura, Marcelo Álvarez, Bernarda Fink, Dario
Volonte, Raúl Giménez, Paula Almenares, Victor Torres, Graciela
Oddone, Cecilia Díaz, Eduardo Ayas, Verónica Cangemi, Marcelo
Lombardero y Virginia Tola.
Entre
los otros cantantes que han actuado en el teatro se encuentran Luisa
Bartoletti, Haydée De Rosa, Isabel Casey, Tota de Igarzábal, Carmen
Burello, Ricardo Catera, Amanda Cetera, José Crea, Nino Falzetti,
Myrtha Garbarini, Nilda Hoffman, Corrada Malfa, Consuelo Ramos,
Eduardo Sarramida, Ricardo Yost, Rafael Lagares, Susana Rouco, Haydée
Vegazzi, Tatiana Zlatar, José Nait, Rafael Lagares, Martha Benegas y
Ruzena Horakova.
La
restauración
A lo largo de los 106 años transcurridos desde su
inauguración, el edificio ha sufrido deterioros, producto de la
falta de mantenimiento e inversión, y el desgaste propio de sus
materiales y la acción de agentes externos como la contaminación,
la lluvia, la humedad y el paso del tiempo.
Entre
2007 y 2010 se realizaron obras de reparación conservativa en todo
el edificio. La obra estuvo a cargo del Ministerio de Desarrollo
Urbano de la ciudad de Buenos Aires.
El 24
de mayo de 2010, como parte de las celebraciones por el Bicentenario
de Argentina, tuvo lugar la reapertura del teatro con un espectáculo
de animaciones tridimensionales. El evento contó con la presencia de
artistas y políticos y se presentó La Bohème.
Instituto
Superior de Arte del Teatro Colón
Hasta
que comenzaron las obras de puesta en valor, dentro del teatro
funcionaba este instituto que fusionó en 1960 las distintas
academias de enseñanza que funcionaban previamente. Hoy está
repartido en numerosas dependencias, con horarios de clase reducidos
y a la espera de una sede definitiva. El instituto forma
profesionales de altísimo nivel en música y danza, algunos de los
cuales han realizado carreras de proyección internacional como los
bailarines Olga Ferri, María Ruanova, Esmeralda Agoglia, Violeta
Janeiro, Julio Bocca, Paloma Herrera, Marianela Nuñez, Iñaki
Urlezaga, Natalia Magnicaballi, Herman Cornejo, Erica Cornejo,
Luciana Paris, Liliana Belfiore, Susana Agüero, Cecilia Figaredo,
Eleonora Cassano, Hernán Piquín, Raul Candal, Silvia Bazilis,
Maximiliano Guerra, Silvina Perillo, Ludmila Pagliero, Karina Olmedo,
Maricel De Mitri y los recordados Norma Fontenla y José Neglia
(junto a siete otros miembros del cuerpo de ballet desaparecidos
trágicamente en un accidente de aviación) y los cantantes Bernarda
Fink, Ana María González, Maria Cristina Kiehr, Verónica Cangemi,
Dante Ranieri y Raúl Giménez, por nombrar sólo algunos.
Se
dictan las carreras de:
Danza Clásica
Canto Lírico
Dirección
escénica o Régie
Dirección Musical de
Ópera
Caracterización
Academia Orquestal
Por su
invaluable aporte a la Música Clásica de la Argentina, el Instituto
recibió una Mención Especial otorgada por la Fundación Konex en
2009.