Morón City Blues, , guión y dirección Pablo Gaullar
Crítica y comentario por Miguel Ángel Cannone
Morón City Blues tiene un excelente guión. Su esquema es clásico y reparte la información y las acciones de modo perfecto. Los actores son ideales para el rol que les toca y están muy bien conducidos. La historia es simple y conocida. Una pareja joven se une y se desune. Sobresale en el contenido el peso de Morón en el desencuentro. De ahí el sentido del título. Por qué entonces, el filme es una joya que después de verla uno no puede dejar de tener en la cabeza sus bellas imágenes y la melancolía que la impregna? Por qué se sale de la proyección -ahora en pantalla grande- y algo pasó para que uno no sea el mismo? La respuesta es tan fácil para cualquiera de este tipo de obras que denominamos "de arte" como muy difícil para que un filme se encuadre en ellas: el tratamiento poético dado por el director. Morón... es poesía pura y allí reside su valor y su encanto.
Morón City Blues es una obra artística sorprendente. Debemos estar atentos a su realizador. No es común encontrar obras cinematográficas de tanto peso y a un autor al que, por su sentido cinematográfico y su profundidad conceptual, es fácil vaticinarle un futuro fecundo. Por eso no debemos quedar indiferentes.
¿Qué habría pasado si cuando apareció Jim Jarmusch en escena lo hubiésemos ignorado? No lo digo por el diferente estilo de estos dos realizadores sino por poner un caso, pues también Jarmuch comenzó en el cine independiente y con su segundo filme Stranger Than Paradise (1984) nos maravilló. Y más adelante vendría nada menos que Dead Man (1995), entre otras obras valiosas.
Los que amamos el arte cinematográfico y el arte en general, debemos estar atentos a estos chispazos geniales. No hay muchos, aunque a veces, por distintas razones, se pretende encontrar la “el mejor filme de la historia del cine” (¡Nada menos!) o “el filme más importante del año”. Seamos sensatos y fijemos la vista y nuestros sentidos allí donde hay que hacerlo.
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