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La primera Etoile latinoamericana de la ópera de París es ArgentinaMagali Lagrange París
Ludmila Pagliero no es una bailarina de la Ópera de París como las demás. La argentina de casi 30 años es una Etoile, el título más importante de la compañía. Es la primera latinoamericana en conseguirlo y la única estrella hasta ahora que no ha estudiado en la escuela de la ópera parisina.Pagliero llegó a la capital francesa con apenas 20 años de edad. Su decisión de venir a Francia fue una corazonada, dice. Después de las clases de danza en el teatro Colón de Buenos Aires, la bailarina viajó a Chile a los 16 años para trabajar en el Ballet Nacional de Santiago, donde llegó a bailar como solista.
La primera Etoile latinoamericana de la ópera de París es ArgentinaMagali Lagrange París
Ludmila Pagliero no es una bailarina de la Ópera de París como las demás. La argentina de casi 30 años es una Etoile, el título más importante de la compañía. Es la primera latinoamericana en conseguirlo y la única estrella hasta ahora que no ha estudiado en la escuela de la ópera parisina.Pagliero llegó a la capital francesa con apenas 20 años de edad. Su decisión de venir a Francia fue una corazonada, dice. Después de las clases de danza en el teatro Colón de Buenos Aires, la bailarina viajó a Chile a los 16 años para trabajar en el Ballet Nacional de Santiago, donde llegó a bailar como solista.
Ludmila Pagliero es la primera latinoamericana que alcanza el título de Etoile.
Pagliero bailó también en el American Ballet.
Pero Ludmila Pagliero no se conformó con lo que ya era todo un éxito y quiso aprender más. "Al final me sentía con ganas de partir de Sudamérica porque no tenía muchas más posibilidades de observar nuevas coreografías", le dijo a BBC Mundo.
Primero, la bailarina tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos a presentar el concurso New York International Competition, y ganó un premio que le dio un contrato de un año con elAmerican Ballet.
Al mismo tiempo un amigo le habló del concurso con la Ópera de París y la convenció de viajar a Francia, "aunque creía que jamás iba a poder entrar", confiesa.
Volver a empezar
Cuando la bailarina de ojos azules regresó a Argentina recibió una llamada de París. La ópera francesa le proponía un contrato de tres meses. "Elegí París y Europa porque, sin conocer, me sentía más cómoda culturalmente. Y bueno, nunca me fui", explica.
Parece que su decisión no fue equivocada. La argentina acaba de interpretar el principal personaje femenino de Kitri en la ópera Don Quijote que se presentó al público a finales del año en el famoso Palacio Garnier de París.
Viajar a París también significó para la estrella volver a empezar y poner a prueba sus capacidades. Después del contrato de tres meses, Pagliero formó parte de la compañía, pero no de forma estable, ya que trabajó casi dos años como refuerzo. Seis años más fueron necesarios para conseguir el título de Etoile. "Es un plazo bastante corto para una persona extranjera", aclara.
Es un trabajo de ocho horas al día.
Pagliero es una mujer emprendedora y vive el ballet como una pasión. Estas cualidades la ayudaron a superar los retos del nuevo idioma y de la vida en una ciudad desconocida donde admite que, al principio, se sentía un poco perdida.
"Era tanto lo que aprendía que el tiempo pasó muy rápido y nunca me sentí decepcionada. Quería atrapar muchas cosas que no había podido aprender antes ", explica.
Trabajo intenso
Para lograr este nivel de baile, Pagliero trabaja ocho horas al día entre clases y ensayos, como las demás bailarinas de la compañía. En invierno, entre las clases, viste sus botas de nieve y usa lanas para mantener los músculos calientes y no lastimarse.
Para las bailarinas vivir su pasión puede parecer un sueño pero también requiere mucho esfuerzo y una devoción completa. El trabajo parece nunca terminar, incluso en casa.
"Hay todo un proceso de digestión y muchas veces uno llega a su casa y en la cabeza sigue danzando. Pero es necesario tener una vida afuera para poder subir al escenario y contar nuevas historias", asegura Pagliero.
La argentina tiene casi 30 años.
Además del intensivo trabajo físico, el ballet requiere aptitudes de actuación, como en un teatro mudo. Para Ludmila Pagliero, cada paso debe ser el resultado de una emoción. La bailarina estudia el carácter de cada personaje que interpreta.
Tanto esfuerzo tiene un precio e implica sacrificios a nivel personal. Aunque se logra tener un novio, muchas cosas se dejan de lado, dice. "Por ejemplo, querer tener un hijo. Porque para una bailarina quiere decir un año de su carrera perdido. Entonces en una carrera que uno comienza a los 18 y a los 42 termina, quiere hacer lo máximo posible y disfrutarlo", añade.
La joven no descarta volver a América Latina en el futuro.
"Aunque haya venido a Europa, sigo de cierta manera ligada a Latinoamérica. Es mi piel, es mi sangre, es donde nací, es mi tierra. Y las ganas de volver siguen siendo latentes todos los días, en cierta forma".
Parece que Pagliero logra cumplir todo lo que se propone. Es probable que algún día otra vida la lleve a lucir en Argentina, México u otros países del continente.
Mientras tanto, su próximo viaje la llevará este mes a Australia, donde comienza una gira con la compañía parisina.