Como amantes del Arte en todas sus manifestaciones reivindicamos el pleno respeto por las libertades individuales, pues somos conscientes de que sólo sin censuras y temores de ninguna naturaleza el Arte se expresa plenamente. Sin ataduras, sin atajos, sin sombras que oblicuamente se metan en sus intersticios, el Arte alcanza su ideal de belleza al promover el conocimiento, la diversidad, las contradicciones, entre otras características propias de la vida del hombre en sociedad.

martes, 1 de abril de 2014

Fragmento de una noticia publicada en La Nación

Escenarios de la vida nacional
Linchamientos


Consignamos un fragmento de una noticia publicada por el diario
La Nación


Ayer, vecinos del barrio Irupé de la ciudad de Córdoba golpearon a un hombre de 34 años a quien acusaron de intentar robar la mochila de una niña de 12 años.
El padre de la niña, quien se identificó como Pablo, dijo esta mañana a distintos medios el hombre "estaba drogado" y que cuando le pegaban "no caía".
"Cuando volvía de hacer las compras, veo que la tira. Primero pensé que la había chocado [con la moto], después veo que era para quitarle la mochila", relató el padre de la chica.
"Ahí salgo corriendo y me le abalanzo, después empezó a correr y lo agarramos a una cuadra y media. Llamamos a la Policía, los vecinos le destruyeron la moto", agregó.

"Lo golpeamos, pero no para matarlo. Después de que [los vecinos] se enteran de que era mi hija, lo querían matar, pero por suerte ya estaba arriba del patrullero, sino hubiésemos terminado todos presos", dijo.”



Resaltamos parte de las palabras del padre de la niña:
“…si no hubiésemos terminado todos presos", dijo”. Alarma que la preocupación sea por no ir presos y no por respetar la vida que todo ser se merece.
Enseñanzas En la posguerra italiana Vittorio De Sica realizó un conmovedor filme en el que trata con humanidad el drama y las presiones a que están sometidos quienes han quedado excluidos del sistema. Claro, era después de una guerra mundial. Que sepamos, la Argentina no pasó por ello.
Ladri di biciclette  (Ladrones de bicicletas) es una película italiana dirigida por Vittorio de Sica en 1948. Se considera como una de las películas emblemáticas del neorrealismo italiano. En 1970 fue elegida por votación como una de las 10 mejores películas de la historia del cine. Ocupa el primer puesto en la lista de "Las 50 películas que deberías ver a los 14 años".
ARGUMENTO
Roma, segunda posguerra: Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un desocupado encuentra trabajo pegando carteles, lo cual es un gran logro en la situación de posguerra que vive el país, donde el trabajo escasea y obtenerlo es un éxito excepcional. Pero para trabajar debe poseer una bicicleta. Desafortunadamente, el primer día de trabajo le roban la bicicleta mientras pega un cartel cinematográfico. Antonio persigue al ladrón sin resultado alguno. Decide denunciar el robo ante la policía, pero se da cuenta que las fuerzas del orden no pueden ayudarlo a encontrar su bicicleta. Desesperado, busca el apoyo de un compañero de partido, que a su vez moviliza a sus amigos basureros. Al alba, Antonio, junto a sus compañeros y a su hijo Bruno comienza su búsqueda, primero en la Piazza Vittorio y más tarde en Porta Portese, donde tradicionalmente van a parar los objetos robados. Pero no hay nada que hacer: la bicicleta seguramente ya esté desmontada y será imposible de encontrar. En Porta Portese Antonio ve al ladrón de su bicicleta, mientras negocia con un viejo vagabundo. Lo persigue sin alcanzarlo, regresa a Porta Portese a encontrar al vagabundo, y lo sigue, hasta un comedor social. Allí le pregunta por su bicicleta y por la identidad del ladrón, pero no obtiene ningún resultado. Exasperado, Antonio acude a una vidente, pero la respuesta de ésta es casi una tomadura de pelo: “o la encuentras ahora o no la encontrarás jamás”. Inmediatamente, al salir de la casa de la vidente, se encuentra con el ladrón de la bicicleta que al final es defendido por todos sus colegas. Antonio habla con un carabinero para explicarle la situación. Entonces éste le contesta que sin testigos del robo no se puede hacer nada. Finalmente, mientras Antonio y Bruno esperan el autobús para regresar a casa, el padre se percata de la existencia de una bicicleta que nadie parece custodiar. Intenta robarla pero la muchedumbre se lanza a atraparlo. Solo los llantos de Bruno consiguen frenarlos e impedir que su padre vaya a la cárcel. Antonio se encuentra ahora tan pobre como antes pero con la vergüenza de haberse colocado al nivel de quien le había robado. El film se cierra con la vuelta a casa de Antonio y Bruno mientras cae la noche sobre la ciudad de Roma.