Escenarios de la vida nacional
Ante los aberrantes episodios ocurridos en estos
últimos días, en los que grupos de vecinos comunes se encarnizaron con
salvajismo contra jóvenes ladronzuelos, consignamos como caso testigo el de
David, quien murió unos días después de la agresión recibida.
Mataron a David, como 50 personas fueron, los
pocos diarios que lo publican dicen que los agresores eran todavía más. David
es un pibe que salió a chorear porque quería
cosas: droga, zapatillas piolas, qué se yo, cosas. Salió a dar miedo y quizás
alguna vez haya disparado un arma, no lo sabemos y no se lo podremos preguntar.
Salió y robó porque seguro sus amigos del barrio también lo hacen, porque la
escuela que dejó no pudo ayudarlo a entender otra manera de vivir, porque
ninguna organización barrial llegó a dar con él, porque de pibe capaz vendía
pañuelitos y se rompió los huevos de que lo echen de los bares, no sé, algún
motivo permite en este universo que una persona desde que es un guachín pueda
pensar que robar está bien, una situación que nos implica a todos y que nos
deja en iguales condiciones de víctimas a los que roban y a los que son
robados. Puede que responsables de esto los haya más y menos en cuestión de
calidad, pero todos tenemos nuestra parte, algunos se hacen cargo de las cosas
que pasan, por suerte sigo conociendo a muchas personas así. Otras matan a
golpes a un pibe, y como eran entre 50 y 100 no puedo saber si los conocía, lo
que sí lamentablemente conozco es gente compartiendo la noticia con comentarios
que los hacen cómplices de un homicidio. Algunos incluso se ríen de lo
sucedido, serán insensibles, o muy pelotudos, pero les juro que se ríen de que
padres de familia se hayan juntado hace tres días para romperle la cabeza a
patadas a alguien que agonizó hasta hoy y que no aguantó más, que se murió. Un
pibe que si ellos tuvieran la oportunidad de mirar a los ojos con amor verían
su historia entera llena de miedo, angustia, mierda, odio, gritos, dolores,
también tuvo colores y hasta ilusiones. Me juego todo a que sería así porque se
de lo que hablo, se de amar a un pibe que chorea, se lo que es aprender mucho
de ellos, de transformarnos, volvernos más humanos juntos, ojalá ustedes puedan
saberlo algún día, porque yo estuve del otro lado, donde uno piensa que está
vivo y en realidad no está más que respirando", de Joaquín Gómez Hernández, Caleidoscopio,
del barrio Ludueña.